lunes, 27 de febrero de 2012

Alojarse en Marrakech: Riad dar More

Cuando vamos de viaje, dedicamos un montón de tiempo en elegir el alojamiento. Para nosotros es tan importante como el destino. Cuando pensamos en viajar a Marrakech, valoramos las opciones que ofrecía la ciudad. Por su puesto, la ciudad ofrece hoteles de todo tipo y de cuantas estrellas se puedan o se quieran pagar, el inconveniente es que todos están fuera de la Medina. Por otra parte, se puede elegir un Riad que son casas tradicionales marroquís ubicadas dentro de la medina y rehabilitadas como pequeños hoteles. Nosotros optamos por el Riad dar More entre los más de 700 que hay en Marrakech. 


Su dueña, Dominique es una parisina que lleva este riad tan acogedor en la Medina de Marrakech. Está decorado con mucho gusto y dispone de zonas comunes muy agradables donde poder tomar una cerveza o un té a la menta y descansar después de un día agotador. El primer día, Dominique, nos explicó las visitas más significativas de la ciudad y nos recomendó algunos sitios para comer, pero cada día, después del desayuno, cada día nos preguntaba cuál era nuestro destino y nos recomendaba algún restaurante o visita que nos pudiera interesar. Todas las recomendaciones fueron a cual mejor. Comimos genial y en sitios preciosos que no hubiéramos conocido sin su ayuda. 


La habitación es amplia y muy cómoda, la cama muy confortable y grande y dispone de calefacción y aire acondicionado individual. En nuestro caso particular, pasamos un poco de frío porque las temperaturas eran más bajas de lo habitual durante las noches y en cuanto caía el sol.



Los desayunos son abundantes, té o café, pan con mantequilla y mermelada, zumo natural, yogurt (riquísimo) y un plato que varía cada día: una especie de crep tipo tortita, cuatro creps crujientes una sobre otra, unas torrijas un poco menos empapadas en leche que las nuestras, pero muy crujientes; y unas fresas en su jugo fueron las delicatessen con las que nos deleitaron acompañadas, eso sí de mucha amabilidad. 

Tuvimos la suerte de poder desayunar algún día en la terraza en pleno febrero. ¡Qué pasada! Es una gozada poder disfrutar de un tiempo así cuando dejas España en plena ola de frío. 

Algo que debéis de tener en cuenta si os alojáis dentro de la Medina es que aproximadamente a las 6 de la mañana llaman a la oración desde todas las mezquitas y es prácticamente imposible que no te despierte  por muy profundo que tengas el sueño, porque hay muchísimas repartidas por toda la Medina. 


La terraza del Riad era muy bonita pero lo será mucho más en primavera cuando todas las plantas estén floridas. Aunque ahora se podía disfrutar de la estampa de los atlas nevados al fondo y de las cigüeñas anidadas en la muralla de la ciudad y las torres de las mezquitas. 


Sin duda, os recomendamos callejear un poco y alojaros en este hermoso riad.

Precio de la habitación doble: desde 75€.
Riad dar More
44 Derb Jdid. Riad Zitoun Lakdim 
Marrakech Medina - Maroc 
Tel. : 212 (0) 661 39 86 20 

http://www.riad-dar-more.com

viernes, 24 de febrero de 2012

El Buey

¡Qué gusto salir de la rutina!  Ayer improvisamos una comida de chicas y descubrimos este lugar. Lo cierto es que nuestra intención no era comer allí, pero como el restaurante al que íbamos aún estaba cerrado, optamos por entrar en este al que mi amiga le tenía echado el ojo. Y resulto ser todo un hallazgo. El restaurante se encuentra prácticamente a la entrada de Boadilla del Monte, en una casona de granito y ladrillo rojo que no pasa inadvertida al viandante.



Por dentro, sin ser el no va más del diseño, resulta muy acogedor.  Está distribuido en dos salas no muy grandes con mesas amplias (incluso para dos personas). Los techos son altos y de madera vista. Y en las paredes hay algún discreto cartel taurino y alguna que otra cornamenta. Aunque pasan bastante inadvertidos y os aseguno que no resultan demasiado cañís. Dispone también de una terraza cubierta y climatizada, en la que en verano tiene que dar gusto sentarse a comer. Los días de diario a mediodía está frecuentado en su mayoría por hombres de negocios, pero imagino que un fin de semana o por la noche el ambiente será completamente distinto.

 



La carta ofrece apuestas seguras de nuestra gastronomía: ensaladas, revueltos, tostas, croquetas... y como plato principal, como no podía ser de otra manera, la carne. Los menos carnívoros también tienen un par de platos de pescado para elegir, así que no desesperéis. Nosotras pedimos dos medias raciones: foie de oca con puré de manzana y salsa Cumberland y crujiente de verduras. El foie nos encantó y en particular el acompañamiento del puré de manzana templado y el amargor de la salsa Cumberland.  Las verduras estaban en su punto: crujientes, sin grasa y nada saladas. Las mejores verduritas en tempura que he probado en mucho tiempo. Solo advertiros de que las medias raciones son tan grandes como una ración de cualquier otro restaurante, así que tenedlo en cuenta al elegir porque los segundos platos también son abundantes.

Con motivo de las III Jornadas Gastronómicas de Boadilla, en la carta se ofrecían algunos platos con la caza como ingrediente principal. Mi amiga pidió corzo a la austriaca con compota de castañas, y yo bacalao confitado con fondo riojana y su pil-pil. El bacalao estaba muy jugoso y el pil-pil estaba buenísimo. De 9!  Pero el corzo estaba de 10! En su punto y bien maridado con el puré de castañas, las peras en almíbar natural con canela y las ciruelas pasas.

Como teníamos que volver al trabajo, no pedimos vino ni postres y pasamos directamente al café, uno solo y un cortado, también perfectos. El servicio de sala fue amable y eficaz, no agobiaban, pero estaban atentos a lo que pasaba en la mesa. Sin duda, un lugar recomendable y al que volveré con la excusa de poder acompañar la comida con una buena botella de vino de su bodega acristalada.

Precio medio: 40 euros por persona (sin vino y sin postre). Un pelín caro, pero merece la pena. También ofrece un menú diario por unos 27 euros.

El Buey
Avda. de España, 1
28660 Boadilla del Monte
Madrid
Telf. 91 633 28 47 / 91 633 25 88




domingo, 19 de febrero de 2012

Tres días en Marrakech

Caótica, desordenada, ruidosa, Marrakech es todo eso y mucho más, pero con la misma intensidad que te estresan sus calles, te atrapa su espíritu. La primera toma de contacto con la ciudad es abrumadora, por sus calles adoquinadas las bicis te pitan, las motos repletas de gente te pasan a centímetros y la vorágine de gente te atropella. Llegamos a ver hasta cuatro personas en una motocicleta enana, sin casco por supuesto, ¡y dos de ellos eran niños!


Nada más llegar, nos acercamos a la plaza de Jamaa el Fna, centro neurálgico de la ciudad y visita obligada para todo el que visita Marrakech. El bullicio, los vendedores que te persiguen, los olores intensos y las innumerables tiendas y puestos serán el preludio de lo que nos espera. 




Un paseo por los zocos nos traslada definitivamente a otro mundo, todos te llaman desde todos los puestos, inexplicablemente desde muchos metros antes de llegar a ellos y sin oírte hablar, saben perfectamente que eres español. Os recomendamos que no os paréis a no ser que os interese realmente comprar, porque son muy insistentes y llegan a resultar un  poco pesados, además de que no te dejan dar dos pasos seguidos si todos ven que te paras. 




Pero entre tanto bullicio, también hay rincones para descansar y recuperar energías tomando un té a la menta. De vez en cuando te encuentras con pequeñas plazas con terracitas para sentarse a contemplar desde fuera el devenir de la ciudad. No sé cuantísimo té pudimos tomar en tres días, pero es que está buenísimo y solo por 1€.




Uno de los rincones que más nos gustó fue la plaza des Epices, muy concurrida de día repleta de vendedores de especias y cestas de mimbre, pero mucho más tranquila al atardecer. Si os apetece hacer un alto en el camino en esta emblemática plaza, podéis acercaros al café des Épices. Podréis tomar una ensalada o un sandwich en su terraza antes de continuar camino.





Y si después de tanto bullicio os apetece adentraros en un pequeño oasis en plena ciudad, podéis visitar los jardines Majorelle, que fueron propiedad de Yves Saint Laurent al que dedican un pequeño espacio en un rincón de los jardines. La entrada cuesta 4€ y termina a las 5 y media de la tarde, pero son bonitos y merece la pena sobre todo en un día de calor. 






Aunque Marrakech no es una ciudad con demasiados monumentos que visitar, sí que hay algunas visitas que merecen la pena. A nosotros las que más nos gustaron fueron las visitas a las tumbas saadíes y el palacio Bahia. Las tumbas saadíes fueron descubiertas en 1917 y abiertas al público ese mismo año. La sala más famosa de las cinco de las que consta es la de las doce columnas, donde están enterrados los hijos del sultan Ahmad al-Mansur. La visita cuesta 10 dirham (1€ aproximadamente). 




El palacio Bahia es otra de las visitas que os recomendamos hacer. Fue construido en el siglo XIX y es una de las obras arquitectónicas más importantes de Marrakech. Aunque se encuentra totalmente vacío, sus techos de madera y su belleza arquitectónica bien merecen los 10 dirham que vale la entrada. 



Si os apetece continuar con la visita cultural, en el museo de Marrakech podéis adquirir la entrada para visitar el propio museo, la Qoubba almorávide y la Mederssa Ben Youssef por 60 dirham. La parte más bonita del museo es el patio central y las estancias aledañas. La verdad es que la colección pictórica no resulta demasiado interesante, pero en el patio podréis contemplar esta maravillosa lámapara, además de las maderas talladas de los techos y los azulejos pintados de sus suelos y paredes. 


La Qoubba almorávide es el único vestigio almorávide que conserva la ciudad de Marrakech, pero es una edificación importante porque estableció un modelo a seguir para la arquitectura posterior. 



La palabra Qoubba significa "cúpula" y viéndola entendéis por qué se llama así, ¿verdad?



El tercer monumento al que da paso la entrada es la Mederssa Ben Youssef. Se trata de la mayor escuela superior de estudios sobre el Corán que se construyó en Marruecos. Fue terminada en 1565 y tenía capacidad para albergar a 900 estudiantes. El patio central es precioso y las habitaciones sobrecogedoras.



Sin embargo, hay un par de visitas que nos defraudaron muchísimo y en las que no os recomendamos que perdáis el tiempo, son los Jardines de Menara y el palacio Badi. Los jardines de Menara no tienen nada de jardín y la edificación es muy sencilla y sin interés arquitectónico. Solo os encontraréis un estanque muy sucio y un recinto muy abandonado. En cuanto al palacio Badi, solo quedan las ruinas de lo que fue que por su tamaño debió de ser increíble, pero hoy por hoy, no quedan más que los muros exteriores. 


Lo que no podéis dejar de visitar para recuperaros de tanta cultura es un Hamman. Nosotros estuvimos en Les bains de Marrakech, un hamman precioso muy cerca de las tumbas saadíes. ¡Te dejarán como nuevo!




Aunque la primera impresión que te llevas de Marrakech genera un poco de desconfianza, lo cierto es que es una ciudad bastante segura. Puedes caminar por sus calles a cualquier hora sin ningún peligro. Os recomendamos perderos por sus callejuelas y mezclaros con sus habitantes, seguro que resultará un viaje diferente y muy enriquecedor. 

jueves, 16 de febrero de 2012

Ruta por la Borgoña y IV (Saulieu y Chablis)

Saulieu no merecería mucho la pena si no fuera por el restaurante de Bernard Loiseau. Es un pueblo pequeño y sin mucho aliciente, pero una parada para conocer las delicias culinarias borgoñonas es imprescindible. El restaurante es muy bonito y agradable y aunque todo estaba buenísimo, tengo que reconocer que esperábamos que la comida fuera un poco más vanguardista, pero si por algo era famoso Bernard Loiseau era precisamente por mantener la esencia de la cocina tradicional de Borgoña. 



Al llegar al restaurante, nos invitaron a pasar a una zona sofás donde tomamos un aperitivo (35€) que constaba de un licor de cassais con gas, muy curioso, y varios acompañamientos. Después, tomamos el menú degustación (195€) acompañado de un tinto de Vosne-Romanee (135€) que estaba buenísimo, a pesar de que al sumiller le costó un poco aconsejarnos debido ¡¡al bajo presupuesto que le dábamos para el vino!! 




La verdad es que no sabría reproduciros todo lo que comimos porque fue muchísimo y puesto que era mi cumpleaños no tomé nota de los platos. Pero os puedo asegurar que estaba todo muy bueno, de manera muy especial los postres. Recuerdo aquel chocolate como el mejor que he probado nunca. Delicioso.



Después de cenar, "lloriqueando" por lo que habíamos pagado volvimos al hotel. Suerte que nos alojábamos justo en frente, en el hotel Tour d'Auxois, no es nada del otro mundo, pero es muy cómodo por la situación si como nosotros solo vais a cenar. 


Al día siguiente, nada más desayunar salimos ya en dirección París, pero de camino, atravesando de nuevo el maravilloso parque natural de Morvan, hicimos un alto en Chablis. Este sí es un pueblo que merece la pena visitar. Sus calles empedradas y sus balcones llenos de flores alegran la mañana e invitan a pasear por sus calles llenas de tiendecitas y carteles que indican restaurantes, hoteles, venta de vinos... 








Y aquí termina nuestra visita a la Borgoña. Espero que os haya gustado tanto como a nosotros y os animéis a conocerla. Eso sí, mejor que no sea en agosto.


Otras entradas relacionadas:
http://menycia.blogspot.com/2012/01/ruta-por-la-borgona-de-paris-beaune.html 
http://menycia.blogspot.com/2012/01/ruta-por-la-borgona-ii-de-beaune.html
http://menycia.blogspot.com/2012/02/ruta-por-la-borgona-iii-aloxe-corton.html

lunes, 13 de febrero de 2012

Les becs fins

 
Como este fin de semana se presentaba invernal, nuestro plan gastronómico consistió en una cena tranquila en casa acompañada de un buen vino con el que brindar. Nuestra consejera habitual nos recomendó este vino francés de la zona de Cotes du Rhône (valle del Ródano). Según nos explicó, los vinos de esta zona son muy apreciados por los franceses si bien en el extranjero no son tan conocidos, ya que han estado siempre a la sombra de otras grandes denominaciones de orígen como Burdeos o Borgoña. Aunque afortunadamente esto está cambiando.

Les becs fins es una creación del enólogo francés Michel Tardieu y de su conocida bodega Tardieu-Laurent. Es un vino joven mezcla de garnacha negra (60%) y syrah (40%). Aun siendo un vino sin barrica, es de un color granate intenso. En boca resulta ligero, aunque tiene estructura y deja un agradable final de boca a frutas negras. Sin duda, fue un rotundo éxito que nos transportó a Lourmarin, el pueblecito cercano a la Provenza en el que está enclavada la bodega, y en el que hemos puesto nuestros ojitos para un futuro viaje.

Por lo pronto, yo os recomiendo que lo probéis, ¿qué tal la próxima cena de San Valentín?

Precio en tienda: 9,90 euros


miércoles, 8 de febrero de 2012

Ruta por la Borgoña III (Aloxe Corton-Dijon)

Nuestra siguiente jornada empieza en Aloxe Corton, un pueblo un tanto especial porque la mayoría de las casas son en realidad domaines en los que podréis probar una gran variedad de sus vinos. Nosotros nos sentamos en el patio de uno que encontramos abierto a disfrutar de un día soleado, la tranquilidad de la zona y un vino riquísimo por unos 6 euros la copa. ¡Un planazo! Me encanta sentarme tranquilamente en una terraza a disfrutar del buen tiempo y recargar pilas. 

Muy cerca de Aloxe Corton se encuentra uno de los restaurantes que más nos llamó la atención de la Borgoña pero que no tuvimos la suerte de poder disfrutar, Le Charlemagne, ya que fusiona el minimalismo japonés con la cocina más tradicional de Borgoña. Dicen que siempre hay que dejar algo por conocer en los sitios para tener una excusa para volver y esta es una de nuestras espinitas. Si lo probáis, por favor, ¡¡contádnoslo!!

Al día siguiente, decidimos acercarnos a desayunar a Mersault y cuál fue nuestra sorpresa cuando descubrimos que en todo el pueblo ¡no hay ni un solo sitio donde tomar un café! Así que compramos un croissant y nos sentamos en la plaza del pueblo a comerlo...

Después del éxito de nuestro desayuno, nos acercamos a visitar el Château de Mersault. Sus viñas y bodegas son preciosas y realmente recomendables. 


De hecho, la sala principal de su bodega llena de barricas de madera está premiada como la más bonita de la Borgoña. 



Como os decía, pasear por sus laberínticos pasillos llenos de botellas merece la pena, y hacer la cata también, pues por 15€ probaréis siete vinos de esta bodega, por supuesto, los más asequibles de su oferta, pero aún así de calidad. A nosotros nos gustaron especialmente los blancos. 

Y ya que estáis cerca de Pommard os recomiendo encarecidamente que os acerquéis a comer a Auprès du Clocher. Es un restaurante increíble del que ya os hablamos en otra entrada que nos encantó y por el que merece la pena volver a la Borgoña. 

Desde aquí y camino a Dijon, hicimos parada en Vougeot, un pueblo con bastante vida en el que visitamos el Château du Clos de Vougeot, un antiguo château donde hacen vino los monjes desde hace cientos de años. Merece la pena la parada. 



Nuestra ruta termina en Dijon que como el resto de la Borgoña lo encontramos completamente vacío y todo cerrado. Hay que decir también que llegamos el 15 de agosto, así que si vais a visitar esta zona en verano, tenedlo en cuenta. 

Dijon es una localidad bastante más grande que el resto de pueblos de Borgoña, de hecho es su capital, pero tiene el mismo encanto. Sus calles empedradas y su arquitectura merecen una visita. Encontraréis una ciudad moderna con calles comerciales, marcas conocidísimas, restaurantes, cafés... pero enmarcado en edificios del siglo XVII. 



Pasamos pocas horas en Dijon ya que nuestro destino final era Saulieu y todavía nos esperaba una sorpresa, pero será la próxima semana. ¡Hasta entonces!


Otras entradas relacionadas:
http://menycia.blogspot.com/2012/01/ruta-por-la-borgona-de-paris-beaune.html
http://menycia.blogspot.com/2012/01/ruta-por-la-borgona-ii-de-beaune.html
http://menycia.blogspot.com/2012/02/ruta-por-la-borgona-y-iv-saulieu-y.html

lunes, 6 de febrero de 2012

El Paraguas

Hacía tiempo que mi chico quería invitarme a cenar en este lugar. La verdad es que yo siempre le daba mil excusas: que si mejor esperamos a una celebración especial, que si la niña, que si es asturiano (como asturianina que soy, me apetece más innovación...). Vamos que, a lo tonto a lo tonto, pasaron un par de años y aún no le habíamos hecho hueco. Por fin, este año por su cumpleaños dejamos a la niña con una canguro (es un sitio para ir sin niños) y reservamos una mesa para cenar. El restaurante está situado en pleno barrio de Salamanca, así que es un poco complicado encontrar aparcamiento. Yo os recomiendo utilizar su práctico servicio de aparcacoches y olvidaros de dar vueltas como una noria hasta encontrar estacionamiento.


Sorprendentemente cuando llegamos, aunque era temprano, el restaurante ya estaba bastante lleno. Lo primero que palpas nada más entrar es que no es un sitio cualquiera: es un lugar bastante grande, distribuido en dos alturas y organizado en pequeños comedores. La decoración es clásica y extraordinariamente cuidada. El público: gente bien, de cincuenta para arriba mayoritariamente, aunque hay de todo (para muestra un botón...). 


La carta recoge los platos más típicos de la gastronomía asturiana, pero con un toque de refinamiento y en cantidades menos copiosas. Aquí podéis encontrar oricios, fabada, fabes con almejes, chipirones o arroz con leche y frixuelos de postre. Como se trataba de una cena, nos decantamos por platos menos potentes. De primero compartimos una lasaña de centolla con caviar de oricios, estaba exquisita. De segunudo, los dos tomamos pescado. Mi chico pixín a la asturiana y yo una lubina al horno. Todo estaba rico, aunque ninguno de los dos platos me pareció especialmente original.

La carta de vinos es amplia, contiene todos los clásicos, por lo que no hay cabida para vinos más desconocidos o innovadores. Nosotros tomamos un vino madrileño que nos gusta mucho El Regajal y que tenía un precio algo más razonable. El maitre andaba algo despistado y, como no teníamos la botella en la mesa, en más de una ocasión tuvimos que darle un toque para que rellenara nuestras copas.


A pesar de que estábamos llenos, puesto que era una ocasión especial, no prescindimos del postre. Además, llevábamos un rato viendo que nuestros vecinos de mesa tenían una tarta con una pinta estupenda y pedimos lo mismo: tarta de café y mascarpone. Era una especie de tiramisú reinterpretado. Sinceramente, me quedo con la original italiana que equilibra mejor todos los sabores. Para mi gusto aquí el sabor del mascarpone era demasiado predominante, bien es verdad que a nosotros nos gusta el queso lo justito (todo lo contrario que a mi compañera de fatigas en este blog). Para terminar, café y una buena conversación.

En resumen, un restaurante de alto copete en el que degustar estupendos platos asturianos y una materia prima de altísima calidad. Si tengo que elegir, me quedo con el Ten con Ten de los mismos dueños, aunque pensado para un público algo más joven y desenfadado y con una comida de igual calidad.

Precio medio: 75 euros por persona (con vino)

El Paraguas
C/ Jorge Juan, 16
28001, Madrid
Tel. 91 431 59 50