lunes, 30 de mayo de 2011

Isolée

La que fuera la sede de la eléctrica Iberdrola dio paso en el año 2008 a este magnífico espacio multimarca. Durante la remodelación del edificio sentí mucha curiosidad por saber qué sería "aquello", así que en cuanto abrió sus puertas, allá que me fui a averiguarlo. Y me encontré con un lugar enorme, en total tres plantas (tienen ascensor!), en el que encontrar las firmas más exclusivas y vanguardistas, y que se ha convertido en uno de mis imprescindibles para hacer compras, regalos especiales y tomarme algo en un lugar tranquilo.

En la planta baja te encuentras con el mostrador de información donde una señorita o un chico majetón te dan la bienvenida. La planta -1 está dedicada a productos de belleza, perfumería y óptica. En la planta 1 encontrarás moda de hombre y de mujer, es un poco carilla, pero en época de rebajas pueden encontrarse cosas interesantes. Y por fin llegamos a la planta 2, es la que más frecuento, en ella encuentro mis marcas favoritas Revolution, Kusmi tea, La Chinata, Pancracio, mermeladas y galletas inglesas, pastas italianas, todo tipo de accesorios de cocina de marcas como Lékué o Kitchenkraft. Libros de gran formato de arquitectura, diseño, viajes, cine, etc.


En esta planta también tienen una zona de cafetería muy agradable en la que siempre hago una pequeña parada para descansar. Las chicas francesas que lo atienden son majísimas (aunque últimamente hay dos chicos algo más serios). Lo cierto es que, coincidiendo con mi baja por maternidad, frecuenté mucho este lugar, ya que era muy tranquilo y no estaba permitido fumar. Me convertí en una habitual, así que Cécile siempre tiene una palabra cariñosa para mi pequeñaja, lo que es de agradecer en una ciudad como esta en la que todo el mundo tiene prisa y nadie conoce a nadie.


 

Lo dicho, seiscientos metros cuadrados con las últimas tendencias en moda, belleza, y delicatessen donde dar rienda suelta a tus sentidos.  No os la perdáis!

Isolée
Claudio Coello, 55

viernes, 27 de mayo de 2011

Sagres, donde acaba Portugal

La última parada de nuestras vacaciones del pasado verano fue Sagres. La zona de Sagres es  muy particular, parece otro mundo dentro de Portugal porque ni su vegetación, ni la densidad de población, ni el paisaje, se parecen al resto de Portugal y mucho menos al resto del Algave. Sagres en sí mismo no es un sitio bonito, se ve que el pueblo ha crecido con poco criterio y no se ha librado del boom inmobiliario, atraídos por el mar y el viento, el pueblo se llena de gente que busca buenas playas y viento para navegar o practicar surf, kitesurf... Pero una vez que te acercas a su costa, descubres que es imponente y entiendes por qué tanta gente elige esta zona de Portugal para disfrutar de sus vacaciones cada año.


Para nosotros Sagres era ya final de trayecto, los últimos días de vacaciones antes de volver a trabajar y, a pesar de que a priori el pueblo nos decepcionó porque no era tan vistoso como otros en los que habíamos estado, ofrece muchas alternativas para disfrutar del mar: puedes hacer un curso de surf, avistar ballenas, bañarte en un mar increíble o visitar cuevas de la zona en lanchas de pescadores. Por cierto, la mala fama que tiene el Atlántico, en cuanto a que el agua está fría, es un mito; está impresionante, una temperatura perfecta y unas olas estupendas, hacen que estés deseando volver a meterte una y otra vez. 
Nosotros nos alojamos en el hotel Memmo Baleeira, un hotel muy moderno y con unas vistas increíbles al mar. El hotel es el resultado de la remodelación de un hotel antiguo y se nota un poco en el aspecto de la fachada, pero le da a la vez un aspecto retro que a nosotros nos gustó. Tiene bastante sitio para dejar el coche y el aparcamiento es gratuito.
La verdad es que elegimos este hotel ya en la primera búsqueda que hicimos en internet, nos encantó la sensación de tranquilidad que transmitían sus habitaciones y las vistas que tenían. Y, ya que reservamos con mucha antelación pudimos conseguir una; además, la diferencia de precio merecía la pena.



El ambiente del hotel resulta muy agradable ya desde la recepción. Además de un personal muy amable, una pared completamente acristalada la llena de luz. Se nota que es un hotel enfocado y al público que va a disfrutar de la playa y del mar porque los espacios son amplios, tienen una zona para guardar las tablas y el suelo es de cerámica para que no se estropee con la arena. Las habitaciones son amplias y con un pequeño balcón que viene fenomenal para secar las toallas y dejar fuera la bolsa de la playa y no llenar así la habitación de arena.
Es muy bonita la terraza que tiene el hotel y la zona de sofás, te puedes tomar un zumo de frutas o una cerveza antes de cenar y una copa a la vuelta a la vez que lees el periódico o simplemente disfrutas del sonido del mar y una conversación. Además, creo que la cocina del hotel es bastante buena, al menos está muy recomendada, aunque nosotros no llegamos a probarla. El precio medio de las habitaciones en agosto ronda los 150€, aunque he recibido ofertas del hotel para la primavera por 50€ la noche.
Los restaurante en Sagres nos parecieron más caros que en el resto del Portugal y, quizá porque atrae a mucho amante del mar, no en todos los casos la subida de precios responde a una mejora de la calidad o a una cocina más elaborada. En general, comimos muy bien, pero nosotros tenemos que destacar, entre los que probamos, el restaurante A eira do mel. Está en Villa do Bispo, muy cerca de Sagres y está recomendado por la guía Michelín (¡y no me extraña!). Es una casa tradicional, pintada de blanco y con los bordes de las ventanas en azul. Por dentro, está decorada con aparejos de la tierra y tiene un aire muy rústico, el servicio es muy amable y la comida está buenísima. Es comida tradicional de pescado y productos de la tierra que merece la pena probar. Desde luego, es una cocina diferente a la que habíamos probado en el resto de Portugal. El precio para dos personas con vino ronda los 70€.




Una visita inexcusable es la del Cabo de San Vicente, los acantilados son impresionantes y da la sensación de que el faro indica el final de la tierra porque sólo ves mar a tu alrededor. Eso sí, hay muuucho viento. Nosotros dimos una vuelta, vimos el faro por dentro y fuimos en busca de una playa, pero también se pueden hacer rutas de senderismo si se desea. De hecho hay una ruta que une el Cabo de San Vicente con Santiago de Compostela...



miércoles, 25 de mayo de 2011

Grand libalis

La semana pasada me acerqué a mi tienda de vinos habitual para comprar el vino lanzaroteño del que os había hablado, Malvasía seco Bermejo. Mi intención era haceros una pequeña cata, pero me temo que de momento no será posible. Según me explicaron es un vino de pequeña producción y esta suele quedarse para disfrute de los isleños. Pero no os preocupéis, gracias a este pequeño inconveniente, he hecho un descubrimiento del que os quiero hacer partícipes. Gran libalis 2006, es un vino blanco de serie limitada (13400 botellas) de la bodega riojana Castillo de Maetierra. Sí, yo también pensé lo mismo: ¿un vino blanco de La Rioja? Pues sí señor, y qué vino!

De precioso color dorado, mezcla de uva moscatel de grano menudo, malvasía y viura. Es un vino blanco con nueve meses en barrica de roble francés, con sabor potente, algo espeso incluso, y de aromas afrutados. A mí me recuerda un poco al vino francés Sauternes, un vino dulce que suelo tomar especialmente en Navidad acompañando al foie micuit. Grand libalis, al llevar uva viura, es un poco menos dulce lo que permite maridarlo con más facilidad. Nosotros lo tomamos con un arrocito, pero también va fenomenal con pasta, pescados, carnes blancas, foie o simplemente como aperitivo. Sin duda, un vino de 10, os lo recomiendo. No dejaréis a nadie indiferente. Chin, chin!

Precio: 6,95 euros

lunes, 23 de mayo de 2011

El náutico

En plena sierra de Madrid y junto al embalse de Los Arroyos, se encuentra el restaurante El náutico. Cuando llega el buen tiempo y el sol, comer al lado del agua y en un sitio tranquilo es un placer, y si además, la calidad de la comida acompaña, ¿qué más se puede pedir?




La decoración del restaurante no es muy llamativa pero el paisaje y los arroces, que son la especialidad de este lugar, hacen el resto. Llama la atención el contraste entre el local y el mobiliario, muy austeros; y el tipo de cocina elaborada, sobre todo en las entradas, que proponen. 




En nuestro caso, tuvimos un día de primavera precioso y comimos en la terraza, aunque en este restaurante, cualquier mesa tiene buenas vistas. Elegimos de primero un carpaccio de rape negro que nos ofrecieron fuera de carta, ¡buenísimo! Un sabor fuerte pero delicioso que nos encantó. 

De segundo, elegimos, como no, arroz. Probamos dos: arroz a banda y arroz negro con chipirones y ajetes. Ambos venían acompañados de una salsa ali-oli riquísima. Cualquiera de los dos arroces están buenísimos por sí mismos, muy cremosos y en su punto justo, pero acompañados por la salsa, estaban espectaculares. 

En el arroz a banda, se percibe perfectamente el sabor a pescado, muy bien fusionado con el arroz. Y en el caso del arroz negro, el sabor de la tinta, envuelve todos los sabores pero sin enmascararlos. Los dos nos encantaron, ¡no quedó ni un grano!


Ya habíamos estado en este restaurante en otra ocasión el verano pasado y aquella vez probamos el arroz meloso de langostinos, verduras y almejas, que nos cautivó porque el sabor del arroz es muy casero y nada artificial, predomina el sabor del pescado y las verduras, y no el sabor del colorante alimentario como suele ocurrir en el caso de algunas arrocerías.

Como somos amantes del vino tinto, elegimos un vino joven de la ribera sacra, un mencía que se llamaba Regina viarum. El vino estaba rico, muy suave y nada alcohólico, aún siendo joven, aunque el precio de los vinos, tengo que deciros que nos pareció un tanto elevado. Como postre pedimos un sorbete de limón que estaba muy cremoso y muy muy rico. ¡Ideal para bajar la comida! 

Un extra para los que van con niños, es que disponen de una zona con césped, donde ellos pueden jugar sin peligro y los padres, disfrutar del ambiente y de la comida. Y si os apetece después de comer, se puede pasear o hacer rutas de senderismo por el encinar que rodea el embalse. 

viernes, 20 de mayo de 2011

Té Revolution

He de reconocer que soy una amante del café, pero de vez en cuando le hago un huequito en mi vida a las infusiones. El té del que os voy a hablar hoy lo probé por primera vez en Nueva York. Una noche, para terminar la cena, pedí una infusión. Al poco rato el camarero llegó con una caja de madera llena de cajitas de colores con distintos tipos de tes. La presentación me pareció muy atractiva, las bolsitas con forma triangular y de organza me resultaron muy curiosas y novedosas, acostumbrada a las bolsitas de papel de toda la vida, y cuando probé el té también me encantó, tenía un sabor suave y no era nada amargo.


Luego me pasé varios días buscándolo por distintas tiendas y mercados. No fue fácil, pero al final se vinieron conmigo unas cuantas cajas. Pero pasaron los meses..., se terminaron y no había manera de localizarlo por ninguna parte en España y tampoco lo podías comprar en Internet. Hace unos meses lo encontré en una estantería de una tienda gourmet a la que suelo ir y pronto empecé a verlo en algunos establecimientos de Madrid. Así que estoy de enhorabuena, ya puedo disfrutar de mi té preferido y vosotros también.

En mi opinión, se distingue de otros por la perfecta y armoniosa combinación de tés de gran calidad y los sutiles aromas de frutas, plantas y especias que les añaden. Son muy suaves y no resultan amargos pero tampoco son dulzones. Además, tienen un gran abanico de sabores para elegir, uno de mis preferidos es el té blanco con granada (White Pomegranate Tea) y también están muy ricos el earl grey con lavanda (Earl Grey Lavander Tea) y el de caramelo (Honeybush Caramel Tea). Os invito a probarlos, ¿con cuál os quedáis?

miércoles, 18 de mayo de 2011

Malpaso


Por fin llega el fin de semana, y parece, además, que va a hacer buen tiempo, así que llega el momento de redescubrir las terrazas y los jardines y explotar esa parte de la casa que se pasa todo el invierno cerrada. Es el momento de invitar a los amigos a casa y de disfrutar de largas sobremesas. Nosotros os recomendamos para la ocasión un vino de Méntrida (Toledo), se trata de Malpaso 2007 (12,90€). 

A nosotros suele gustarnos el vino con cuerpo y al que se le note la barrica. Malpaso 2007 es un Syrah 100%, tiene 12 meses de crianza en barrica y aún así, no es el sabor que predomina (a nosotros nos supo más a cereza, quizás, incluso a picota). Es un vino potente, con cuerpo y mucha personalidad. Nosotros lo tomamos con un arroz, pero aguanta perfectamente una carne. Deja un regusto dulce en la boca muy agradable que no resulta empalagoso en absoluto; es, de hecho, en este sabor final en boca donde notas un toque fino de madera muy agradable y que hace que sea un vino redondo. ¡Disfrutadlo!

lunes, 16 de mayo de 2011

Amura

El verano pasado la celebración de mi cumpleaños coincidió con nuestra estancia en la isla de Lanzarote. Mi pareja quiso sorprenderme con una comida especial y vaya si lo consiguió! Amura se encuentra situado en el prestigioso puerto deportivo de Puerto Calero, en la zona sur este de la isla, a escasos 10 km del aeropuerto, junto a Yaiza y a unos 25 minutos en coche de zonas turísticas como Playa Blanca. Aquel día de pleno agosto hacia más calor del habitual en la isla, así que sudamos la gota gorda porque con lo bonita que era la terraza y las vistas que teníamos desde allí, nos empeñamos en comer fuera.  Y si no decidme, ¿qué hubierais hecho vosotros si os encontráis ante un lugar como este?




Se trata de un restaurante bastante grande, sin embargo, este hecho no le resta atractivo ni le hace resultar frío o impersonal. Cada espacio está perfectamente estudiado para sacarle el máximo partido. Como os decía, comimos en la terraza en la que predomina el blanco impoluto de la mantelería, las sillas y las sombrillas, que contrasta con las paredes de lava negra que caracterizan a esta isla canaria. En mi breve "excursión" al interior, vi que el restaurante se dividía en pequeños comedores con distintos ambientes. Todos eran muy amplios y con grandes mesas. Este, personalmente, fue el que más me gustó.




De primero pedimos una ensalada de bogavante con mango, yogurt, curry y pistachos. Fue todo un descubrimiento y ahora forma parte de mi recetario. Como diría Arguiñano, si no tenéis bogavante podéis ponerle gambón y queda igual de rica. De segundo, bacalao confitado con pil pil de ibéricos y colmenillas. Probé un bocadito, el que me dejaron,  y puedo aseguraros que estaba muy rico. Yo tomé un pescado fresco del día fuera de carta, que también estaba magnífico. Regamos la comida con la recomendación del sumiller, un vino autóctono: Malvasía seco Bermejo. Era muy fresquito y entraba que daba gusto. Me llamó la atención el diseño de la botella, otro día os haga la cata, prometido! Para soplar las velas, pedí un hojaldre con praliné y helado de vainilla. Tampoco falló, muy rico. La comida terminó con un par de cafés y unos licores cortesía de la casa.

La verdad es que recuerdo ese cumpleños como uno de los mejores. El restaurante estaba muy tranquilo a mediodía (la gente estaba en la playa). Quizás algunos prefieran que haya más ambiente en los sitios, a mí personalmente me encantan así, ya que me permite disfrutar del restaurante y de las atenciones para mí solita. 

En resumen, os recomiendo este lugar encarecidamente. Es un lugar precioso y el personal es muy, muy amable. Están pendientes de que todo marche bien, pero sin agobiar. Y lo mejor, es que no resultó demasiado caro, para ser un restaurante con una estrella Michelín. Sí habéis leído bien, he guardado este pequeño secreto hasta el final... ¿A qué estáis esperando para descubrirlo?

Precio medio (con vino): 50 euros

Amura
Urbanización Puerto Calero
35571 Yaiza
Lanzarote
Tel: 928 51 31 81

sábado, 14 de mayo de 2011

Casa Lin

Ya os hablamos de Casa Lin en la entrada con la que estrenamos la sección de viajes Por tierras asturianas: Avilés y Luanco, pero lo hicimos un poco por encima, así que vamos a profundizar un poco más en las virtudes de esta sidrería, que son muchas. Casa Lin está casi enfrente de la estación del tren y pegado al casco histórico de Avilés. Por fuera, es una casa antigua, arreglada y pintada de color granate que no pasa desapercibida. 




Por dentro, es grande y muy peculiar porque tiene un hórreo en una de sus salas. Tiene una barra a la entrada y varias mesas donde poder comer y dos salas con varias mesas que sin embargo, son agradables. La decoración, además de la particularidad del hórreo, es la típica de las sidrerías asturianas, con mesas de madera y serrín en el suelo. 



Reservamos porque nos habían advertido de que suele ser un sitio concurrido, ya la persona que nos atendió por teléfono para hacer la reserva fue muy amable y luego comprobamos que es la línea que sigue todo el personal. Los camareros son muy agradables y siempre están atentos a las necesidades de las mesas, ya sea de sidra que siempre te echan ellos, o de la cantidad de comida. Cuando empezamos a pedir también nos recomendaron muy bien sobre las cantidades para que no sobrara ni faltara nada. 

Nosotros pedimos unas tortillitas de camarones, quizá lo más flojo, y unos chipirones fritos (muy ricos), en ambos casos, las raciones fueron muy abundantes. De segundo, paella de marisco para unos y chopa al horno para otros. El arroz estaba muy cremoso y muy cargado de marisco, tenía andaricas (nécoras), bugre (bogavante) y cigalas entre otros. La chopa era muy fresca y venía acompañada de patatas panaderas, estaba riquísima. Si hay que poner un pero, es al pan, es el típico de leña que te suelen poner en las sidrerías, pero se echa de menos un pan un poco más crujiente que acompañe en calidad a la comida.


Por supuesto, toda la comida estuvo regada por buena sidra, que además, servían a una temperatura correcta. De lo que no puedo hablaros es de los postres porque no los tomamos, las raciones son muy abundantes y acabamos llenísimos, así que un cafetín y a pasear la "fartura" por Avilés. 

Precio medio: 30 euros por persona (con sidra).
Casa Lin
Avenida de los Telares, 3
Avilés, Asturias 33409

Teléfono: 985564827

miércoles, 11 de mayo de 2011

Por tierras asturianas: Avilés y Luanco

El año pasado estuve en Avilés después de muchos años sin ir por allí. La recordaba como una ciudad gris y cuando llegamos la sorpresa fue mayúscula. Se había transformado en otra ciudad, muy limpia, con las casas rehabilitadas y calles peatonales. Pasamos allí una tarde y nos quedó el gusanillo de volver. Así que con la excusa de la inauguración del Centro Niemeyer y una celebración familiar, decidimos volver a disfrutar del buen ambiente que recordábamos de Avilés.

Tuvimos mucha suerte de tener una mañana espléndida de primavera y lo primero que hicimos fue pasear por las calles del casco antiguo. Recorrimos una buena parte de sus callejuelas, llenas ya de terrazas y decidimos sentarnos en una de ellas a tomar el aperitivo.


Desde luego, esta ciudad supo sacarse partido y apostó fuerte por la arquitectura, tanto la tradicional asturiana, escondida tras el salitre durante años y años; y la más actual, con la reciente inauguración del Centro Niemeyer. Y entre charla y paseo, llegó la hora de comer. Nosotros nos decidimos por Casa Lin, una sidrería tradicional donde no solo te echan la sidra, si no que además están pendiente de cuándo necesitas “otru culín”. Y por si fuera poco, con la siempre buena compañía de la sidra, puedes disfrutar de pescados y mariscos fresquísimos.


Después de la comida, aprovechando el buen tiempo, dimos otro paseo por el casco antiguo y tomamos el café en otra terraza. Hay un montón de rincones y callejuelas que merece la pena descubrir y por las que es muy recomendable perderse.


Ya por la tarde, nos acercamos dando un paseo hasta el Centro Niemeyer. Está muy cerca del restaurante y de todo el casco antiguo. El paseo al lado de la ría lo arreglaron hace ya unos años y resulta muy agradable, a lo largo del paseo hay una exposición fotográfica en la que se puede apreciar el cambio que sufrió el puerto en las últimas décadas. Algo diferente sí que está, ¿verdad?

Y por fin llegamos, al Centro Niemeyer, blanco, reluciente e imponente, se ve desde cualquier parte de la ría. El Centro, aunque inaugurado, todavía no disponía de exposiciones, aunque en su web se anuncia ya un amplio programa de música, danza, cine, fotografía... El Centro también quiere ser un referente de la gastronomía asturiana y para ello cuenta con varios espacios regentados por la familia Morán, propietarios de Casa Gerardo (una estrella Michelín), desde luego, un referente de lujo para decidirse a probar sus propuestas.


Me encantó el espacio que se crea entre los tres edificios que componen el Centro y la ría; había un montón de gente paseando, haciendo ejercicio y contemplando los edificios. Estoy segura de que el Centro Niemeyer dará mucha vida a la ciudad, no hay más que ver la cantidad de personalidades que atrajo durante su construcción (Woody Allen y Kevin Spacey, que vinieron a inaugurarlo; Brad Pitt..., entre otros), para imaginar todo lo que supondrá una vez inaugurado. En definitiva, os recomendamos que descubráis o redescubráis Avilés y todo lo que tiene que ofrecer. 

Una excursión: Luanco
Si aún tenéis tiempo, a solo 14 kilómetros de Avilés se encuentra esta villa marinera próxima también al Cabo Peñas. Durante el invierno, se queda algo más vacía y solo encontrarás a las gentes autóctonas del lugar, pero durante la Semana Santa y, especialmente en el verano, se convierte en un pueblo muy animado y con muchas ofertas de ocio.

Nuestro paseo comenzó junto a la playa de La Ribera, aunque no es apta para el baño, en ella se organiza el Torneo de Tenis Playa cada verano, destacan los edificios con ventanales de madera construidos casi en la propia roca y que se mantienen impertérritos pese a las inclemencias del tiempo y a la bravura del mar Cantábrico. Subiendo la calle, llegamos a la Torre del Reloj, según dicen fue utilizada como cárcel primero y luego como almacén, pero desde hace años solo marca las horas y sirve como punto de encuentro cada fin de año para comer las uvas y brindar por un nuevo año. Caminando un poquito más llegamos a la Plaza de la Baragaña, una hermosa plaza rodeada de casas típicamente asturianas, de madera y con grandes galerías blancas, que se han rehabilitado y se han transformado en hotelitos modestos con bastante gracia.



Al llegar al puerto y ver que era un lugar muy animado, decidimos hacer un alto en el camino. Hay varios sitios en los que detenerse dependiendo de los gustos de cada uno: un café o una copa en el café El Puerto, una sidrina y unas sardinas en dos chigres típicamente asturianos, El Muelle y La Rula. Y si se quiere algo más peripuesto, tienes la terraza del Gernika, donde también se come fenomenal.


La segunda parte del paseo, transcurrió junto a la iglesia de Santa María y su cabildo, el Palacio de Mariano Suárez Pola (muy bonito, pero abandonado y prácticamente en ruinas) y a lo largo de la Playa de Luanco y el Gayo, donde en la actualidad se está construyendo un puerto marítimo en el que dejar las barquitas y embarcaciones de recreo.

Finalizado nuestro paseo, no pudimos resistirnos a comernos un delicioso helado en una de las tres heladerías Hermanos Helio del pueblo. No tengo palabras, simplemente probádlos (turrón, mantecado, chocolate fondant...).  Para los más golosos, un secreto: los más grandes los ponen en la calle Ramón Pérez de Ayala, junto a la Plaza de Cristal, y  a última hora de la tarde suelen formarse colas para comprar uno de sus helados.

Y ya de vuelta, nos pasamos por la animada calle Ortega y Gasset, llena de restaurantes, vinotecas y cafés. Se hacía tarde y estábamos algo cansados, así que decidimos dejarlo para nuestra próxima visita a tierras asturianas.

domingo, 8 de mayo de 2011

Hotel rural Sant Ignasi



En mi viaje a Menorca elegí esta gran casa señorial del siglo XVIII como mi lugar de descanso. Se trata de un hotel acogedor y pequeño, con solo veinticinco habitaciones, situado en pleno campo y rodeado de una extensa finca llena de alcornoques, encinas, palmeras y pavos reales. Otro de sus atractivos es que está muy próximo a las más bellas calas de la isla, Cala Macarella, Cala Macarelleta y Cala en Turqueta y cerca de Ciudadela, lo que nos permitía acercarnos por las noches a cenar y a dar un paseo por sus animadas calles, después de un intenso día de sol y playa.

Nosotros nos alojamos en una habitación doble de la planta baja, era amplia y cómoda. Tenía una pequeña zona ajardinada enterita para nosotros y, lo que es aún mejor, daba a la parte posterior del hotel, por lo que se veía campo por todas partes. Cada habitación está decorada de un modo distinto, predomina un estilo rústico, pero sin resultar demasiado pesado, con suelos de barro, piezas de madera bien elegidas y telas coloridas. El baño también era cómodo, aunque recuerdo que al encender la luz se conectaba un ventilador que producía un ruido un poco molesto. Las amenities eran escasas para un hotel de cuatro estrellas.

 

Las zonas comunes del hotel eran muy agradables y, al ser un hotelito pequeño, podías disfrutar de ellas tranquilamente y sin agobios. A veces, cansados de la playa y la arena volvíamos a última hora para zambullirnos en la piscina y relajarnos en una tumbona leyendo un poco o charlando. Para los amantes del deporte, el hotel dispone de pistas de tenis y pádel y también organizan rutas a caballo por la finca. 

El desayuno lo servían en el jardín exterior, las mesas y las sillas eran madera de teca y estaban bien vestidas. Era un desayuno correcto (croissants, fiambres, fruta fresca, yogures, té, café, etc.). Los camareros te ponían el café o aquello que quisieras de cocina y el resto lo podías coger de unas mesitas y neveras que había en la zona central. Esta misma zona ajardinada era utilizada también como restaurante a mediodía y por la noche.

El restaurante está abierto al público y es bastante conocido en la isla, de hecho se veía bastante movimiento de gente de fuera que venía a comer y a cenar. Nosotros comimos un día un arrocito, que estaba bastante rico y también nos quedamos a cenar otra noche. Estuvo bastante bien, muy romántico con velitas y demás, aunque aquella noche nos amenizó una cantante al piano. Así que si no os entusiasma que os canten a la luz de las velas, preguntad antes de reservar!

 

En resumen, si buscáis un hotel en el que pasar unos días de descanso en la preciosa Menorca, alejados del bullicio y la masificación, este es un buen lugar. Quizás sea un pelín caro, pero a veces tienen algunas ofertas que resultan bastante interesantes.

Precio habitación doble en temporada alta: 275 euros.

Hotel rural Sant Ignasi
Carretera Cala Morell
Ciutadella de Menorca
Tel. 971 38 55 75

viernes, 6 de mayo de 2011

Restaurante Lúa

Estos días de vacaciones fueron la excusa perfecta para salir a cenar tranquilamente, conocer algunos sitios nuevos y volver a probar otros que ya conocíamos. Este es el caso de Lúa, un restaurante que ya conocíamos de otra ocasión y que nos gustó tanto que decidimos volver. Este restaurante es un tanto especial porque no hay carta, presentan un menú de mercado que cambia cada semana y cada plato es una sorpresa. Sin embargo, antes de empezar a comer te presentan el menú y te preguntan si hay algún ingrediente o plato que es necesario cambiar por alergia alimentaria, o simplemente, porque no nos guste. 


Lúa es un restaurante chiquitín, con apenas diez mesas y muy acogedor. Además su personal contribuye en gran medida a que la visita sea agradable, la atención es correcta, están pendientes de todo pero sin agobiar. Lo que más nos llamó la atención es que solo hay dos personas en la sala atendiendo todas las mesas y sin embargo, el ritmo de los platos es estupendo. Siempre comienzan con varias entradas pequeñas, la primera vez que fuimos, nos sorprendió un falso aperitivo madrileño, era una gelatina de mosto (creo recordar) y una mouse blanca que simulaban una caña, acompañada de unas uvas que rompían en la boca y estaban rellenas de un líquido que sabía a aceituna. Y esta vez, entre las que había, nos encantó una coca de foie micuit con queso San Simón caramelizado sobre compota de manzana. Buenísima la combinación de sabores del foie, dulce, con el queso, ni muy suave, ni muy fuerte como para quitar protagonismo al foie. Otra de las entradas, riquísima, fue un plato de huevo escalfado sobre puré de patata de cocido, crujiente de bacon y trufa, realmente bueno. 

El primer plato principal con el que nos sorprendieron fue un rape en caldeirada sobre arroz de wakame, el arroz era verde con una base que a nosotros nos pareció que sabía a chorizo, la mezcla de sabores fue, desde luego, sorprendente. El rape estaba en su punto justo, muy tierno y la base no restaba demasiado sabor al pescado, desde luego, un plato diferente.


Entre el plato de pescado y el de carne, nos trajeron una falsa manzana baby, el sabor era bueno, pero la textura no nos enamoró. Todos coincidimos en que estaría buenísimo si el interior de la manzana fuera un helado cremoso con el mismo sabor.

En cuanto al plato de carne, se trataba de papada de cerdo en reducción de teriyaki sobre crema de garbanzos. La carne estaba muy tierna y jugosa, la base de garbanzos riquísima y la mezcla de sabores de la carne y la salsa teriyaki, un acierto. 

Y de postre, como no podía ser de otra manera siendo Semana Santa, una torrija de pan brioche con helado de zanahoria. Fue el colofón perfecto, no podía estar más rico; si la torrija estaba impresionante, el helado fue increíble. Una maravilla.

Si hay que ponerle un pero a Lúa, yo se lo pondría en la carta de vinos. Es bastante escueta, un poco cara y para nuestro gusto, los vinos sorprenden menos que la comida. Nosotros tomamos un Dehesa la Granja, un vino que conocíamos desde hace tiempo y con el que siempre acertamos, aunque en este caso la añada no era la mejor que habíamos probado; y como éramos varias personas, en la segunda botella elegimos un Furvus 2008, que triunfó en la mesa. Un vino con toques frutales y algo de barrica. Últimamente, están siendo un descubrimiento los vinos de Montsant.

En definitiva, un sitio para volver una y otra vez y dejar que te sorprendan, con una relación calidad-precio, excelente.

Precio menú degustación: 47€ (cinco platos y el aperitivo)
Lúa Restaurante
Paseo de Eduardo Dato 5
28010 Madrid
Tfno: 913952853

miércoles, 4 de mayo de 2011

Pomme Sucre: dulce tentación

Una visita obligada cada vez que voy a Gijón es Pomme Sucre. Desde que abrió en el año 2002 ha cambiado varias veces de decoración, siempre de manera muy acertada y siguiendo los cánones de belleza que imperen en cada momento. De un estilo más vanguardista y minimalista, actualmente se ha decantado por un aire más francés (como su nombre y la influencia de su pastelería) y romántico, con madera decapada, sillas de hierro forjado y paredes en tonos tostados e iluminación indirecta. La vajilla que utiliza sigue una tendencia que a mí me gusta bastante, al menos en restaurantes y hoteles, y es la de utilizar tazas y platos descoordinados. Ya le sucedía a Carrie de Sexo en Nueva York. En la serie era de manera accidental porque a la pobre mujer se le rompían los platos y no conseguía hacerse con una vajilla. En esta ocasión, está totalmente estudiado y realmente funciona. Habrá que probarlo en casa.

El local tiene tres espacios diferenciados, la zona de exposición y tienda, una barra para tomar algo y un salón con mesas donde sentarte con algo más de calma. Los amantes del buen café, el té, el chocolate, la pastelería y la repostería cuidada y artesanal encontrarán aquí todo un deleite para sus sentidos. Asimismo, también hay alternativas para los menos golosos con zumos naturales, pequeños pinchitos salados, cocas, quiches y otras exquisiteces. A mí me gusta todo, pero la última vez tomé un croissant de almendras que estaba de muerte!

Además, si necesitas hacer un pequeño obsequio a alguien, tienes la posibilidad de comprar en la tienda bombones, macarróns, galletitas, etc. Te lo empaquetan de un modo original y elegante y quedas como una reina o un rey, según el caso...




Lo mejor de todo, es que no es necesario desplazarse a Gijón para conocer este lugar. En ciudades como Oviedo, Avilés, Albacete y ahora también en Madrid, podéis disfrutar de Pomme Sucre. Esta mini expasión, sin embargo, no les ha hecho perder su filosofía: mimar sus locales y sus productos hasta el último detalle. Saboreadlo!

Pomme Sucre
C/ Libertad, 26. Gijón
C/ Covadonga, 21. Oviedo
Pl. de España, 3. Avilés
Pl. de la Catedral, 2. Albacete
Barquillo, 49. Madrid
http://www.pommesucre.com/

domingo, 1 de mayo de 2011

vinoteca Merydajes

Aunque vinaterías hay muchas, al final no resulta tan fácil encontrar un sitio agradable con vinos y pinchos de calidad. Nosotros encontramos todo esto en vinoteca Merydajes. Es un sitio pequeño con pocas mesas, sillas altas y dos barras que invitan a charlar y picotear algo tranquilamente con amigos. 



La particularidad de Merydajes es que tiene una carta de vinos muy especial y sus dueños conocen sus referencias perfectamente, de manera que te recomiendan sin problema según tus gustos. Los vinos que ofertan no suelen ser los típicos Ribera o Rioja que te encuentras en muchas vinaterías, son vinos con caracter y peculiares que merece la pena descubrir. Puedes probar vinos de diversas denominaciones, muy conocidos como el Mauro o casi desconocidas, al menos para mí, como Corolilla. 

Y, ¿qué mejor que un buen pincho mientras disfrutas de un buen vino? Pues en Merydajes lo saben y ponen siempre algo rico para picar: jamón (muy bueno), embutido, quesos variados y otras delicatessen hechas por ellos, como croquetas de calamar ¡riquísimas! Y si te apetece picar algo, tienen embutidos, quesos, conservas, o platos elaborados por ellos mismos como rabo de toro... Además, algunos viernes por la noche ofrecen menús degustación.


Uno de los atractivos para la gente que va con niños durante el día, es que tienen una estupenda terraza cerrada donde poder tomarte un vino tranquilamente. ¡Estoy deseando que llegue el buen tiempo para probarla!




Precio medio de los vinos: 3 euros.


Merydajes
C/ Real, 19
28250 Torrelodones
Teléfono: 606452548